El curioso origen de las cajas de pizza y cómo se transformaron en una herramienta de marketing, creatividad e identidad visual

La pizza es uno de los alimentos más queridos y populares en todo el mundo, pero hay un héroe anónimo en su historia que rara vez recibe el reconocimiento que merece: su caja.

Ese humilde contenedor de cartón que las protege, tiene una historia fascinante marcada por la innovación, la logística, y más recientemente, el packaging. La caja de pizza no solo cumple una función esencial, sino que ha evolucionado hasta convertirse en un pilar de identidad visual, diferenciación de marca y estrategias de marketing.

Todo comenzó en las bulliciosas calles de Nápoles en el siglo XlX, donde la pizza se servía de forma sencilla, en platos de cerámica o envuelta en papeles para aquellos que la llevaban a casa.

En ese entonces, la pizza era una comida callejera, pensada para disfrutar al momento y no para ser transportada grandes distancias. Sin embargo, la expansión del estilo de vida americano y el boom del delivery en la posguerra cambió por completo las reglas del juegom haciendo imprescindible un packaging eficiente para mantener la calidad del producto.

Fue en los Estados Unidos, específicamente durante los años 60, donde el desafío logístico de mantener la pizza caliente durante el transporte se convirtió en un problema real.

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